Tango- El Polaco Goyeneche
Polaco Goyeneche
Treinta años del tango, sin ninguna duda surgiría el nombre del Polaco
Goyeneche. No sólo por tratarse de un cantor extraordinario, sino y
fundamentalmente, por ser el arquetipo de la última camada de nuestra estirpe y
bohemia porteña.
La expresividad de su fraseo, el particular modo de colocar la voz, la
fuerte personalidad del que conoce la esencia misma del tango, lo distinguen de
todos los otros cantores de nuestro tiempoEl manejo de los acentos y los silencios, el arrastre de alguna palabra
de la letra, o el susurro intimista de un verso, lo convierten en un vocalista
irrepetible, imposible de ser confundido con otro.
Su dicción era perfecta, aún en los últimos años de su vida cuando la
decadencia de su voz, lejos de mellar su popularidad lo elevó a la categoría de
mito viviente.
Algunos lo describen como un diseur, algo así como un chansonnier de los
años treinta, pero no comparto esta opinión —generalmente expresada para
empalidecer su importancia— fue un excepcional cantor, que como muchos otros
grandes tuvo diferentes etapas para diferentes gustos, pero todas memorables.
El Polaco inicia su carrera como cantor de la orquesta de Raúl Kaplún en
1944, a los dieciocho años. En 1952 y en esa misma condición, continúa con
Horacio Salgán, junto al cantor Ángel Díaz —El Paya—, quien fuera responsable
de su apodo.
Pocos años más tarde, en 1956, se convierte en el cantor de la orquesta
de Aníbal Troilo, todo un reconocimiento a su incipiente carrera.
Este modo de nacer artísticamente es uno de los motivos por el cual
Goyeneche entiende el tango como un músico, como un instrumento vocal tal cual
lo hicieran los cantores del cuarenta, afiatando su garganta y su fraseo en
total armonía con la orquesta.
Con el tiempo logra tal perfección, que se permitiría el lujo de iniciar
una frase a destiempo —cadenciosamente— para luego alcanzar las últimas notas
al final del compás.
Fue un cultor respetuoso del ritmo, en una época donde la mayoría de los
solistas lo fusionan a las baladas, a los boleros o a sofisticadas canciones
con aire de tango.
El repertorio de Goyeneche fue muy extenso y variado, los tangos bien
antiguos y los más modernos desfilan desprejuiciados en su trayectoria
discográfica. Grabó “El motivo (Pobre paica)”, de Juan Carlos Cobián y Pascual
Contursi, y fue el primero en registrar “Balada para un loco” de Astor
Piazzolla y Horacio Ferrer.
Si se me permite la expresión, el Polaco se apropió de muchos tangos
clásicos.
¿Y por qué digo esto? Por la sencilla razón de haber recreado
innumerables tangos cuyas versiones originales tenían nombre y apellido
—estaban identificadas con otros cantantes— y que a partir de su interpretación
pasaron a ser emblemáticos de su repertorio.
Tales son los casos de “La última curda” (Edmundo Rivero), “Naranjo en
flor” (Floreal Ruiz), “Qué solo estoy” (Raúl Berón), “Gricel” y “Garúa”
(Francisco Fiorentino), entre otros.
También fue un gran intérprete del repertorio de Carlos Gardel. Sus
versiones de “Lejana tierra mía”, “Siga el corso”, “Volvió una noche”,
“Intimas” y “Pompas de jabón” son espectaculares.
Cantó mejor que nadie los tangos “Afiches”, “Maquillaje” y “Chau no va
más”, de Homero Expósito y relanzó a una dimensión increíble “Naranjo en flor”.
Resulta impresionante su versión de “Malena” y conmovedor el registro
del tango “Discepolín”, hitos en la poesía de Homero Manzi.
En cuanto a Enrique Santos Discépolo hizo verdaderas recreaciones de
“Soy un arlequín” y “Cafetín de Buenos Aires”.
La propuesta de “María” de Cátulo Castillo sugiere una infinita
dulzura, pero no podemos dejar pasar por alto que es dueño absoluto de “La
última curda” donde su voz patentiza el profundo dramatismo de estos versos que
expresan la etapa existencialista de Cátulo.
En cuanto a “Pompas de jabón” e “Intimas”, después de Gardel, las suyas
son las mejores versiones.
Y qué decir de “Garúa”, “Gricel”, “Tú”, “Cuando tallan los recuerdos”,
“Ya vuelvo” y tantos otros temas inolvidables.
Fue admirador y amigo entrañable de Aníbal Troilo, como cantor de su
orquesta graba 26 temas y unos años después, ya solista, se vuelven a asociar
en dos larga duración, titulados El Polaco y yo y ¿Te acordás Polaco?.
Su carrera ascendente continúa con la dirección de los más grandes
maestros de su época, Armando Pontier, Raúl Garello, Atilio Stampone,
Baffa-Berlingieri y muchos otros.
Se consagra como solista después de brillar como cantor de orquesta y,
curiosamente, el fervoroso reconocimiento y la devoción del público llegaría a
la madurez de su voz para no abandonarlo hasta su muerte.
Yo tuve la suerte de verlo actuar muchas veces, en distintos lugares de
Buenos Aires. Pero hoy vienen a mi recuerdo, las mágicas trasnochadas de
estudiante universitario, allá por el año setenta. Por primera vez escuché al
Polaco cantando tangos a capella en el Bar Amazonas —ubicado en la esquina de
Marcelo T. de Alvear y Talcahuano— en una de las tantas escapaditas que él
hacía en los intervalos de sus actuaciones en Caño 14 —mítico escenario de la
noche porteña— que quedaba a la vuelta.
Bastante tiempo después me di el gusto de conocerlo, de charlar con él e
incluso, de compartir un video donde aparecemos conversando en la mesa de un
café y él me tarareaba “Mariposita”
Fue grande entre los grandes, y de la mano de Gardel y de sus
«hermanos» Ignacio Corsini, Charlo, Francisco
Fiorentino y Ángel Vargas, su voz, su «garganta con arena», nos
seguirá deleitando con el sabor del tango y el perfume cotidiano de las noches
de Buenos Aires.
TEMAS AQUÍ
MENCIONADOS:
Afiches Tango
Balada para un loco Tango
Cafetín de Buenos Aires Tango
Cuando tallan los recuerdos Tango
Discepolín Tango
El motivo (Pobre paica) Tango
Garúa Tango
Gricel Tango
Intimas Tango
La última curda Tango
Lejana tierra mía Canción
Malena Tango
Maquillaje Tango
María Tango
Mariposita Tango
Naranjo en flor Tango
Pompas de jabón Tango
Qué solo estoy Tango
Siga el corso Tango
Soy un arlequín Tango
Tú Tango
Volvió una noche Tango
Ya vuelvo Tango
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